viernes, 4 de septiembre de 2009

Desde Lejos


Que cerca está de tí mi corazón
y yo, tán lejos!
Tierra vibrante y mía!
Cuna solar de mis primeros sueños
Urna del hada azul de los recuerdos.
Yo,
Pedazo de tu pampa
Estremecida de distancia,
Espiga madurada de trópico y enero
Ausente de las lámparas de la luz de tus palmeras
Sigo rondando en sueños
Las mariposas de cristal del viento
Refrescando las alas
En tus noches lunares
Yo sé de tus solazos
Quemando las espalda de los días,
Conozco el crepitar del aguacero
Lavando en cataratas
Tus campos estivales.
Me forjó la llovizna,
El tul crepuscular que llevo ahora.
Yo me traje en los ojos los verdes arrozales
En las manos
La espuma perlada de tus ríos,
Está intacto a mi sed
Tu aljibe antiguo,
La tinaja,
Campana trasnochada de greda y de bajío,
Aún vuelca en la tutuma,
Media luna coplera
Su fiesta de burbujas.
He visto muchas veces,
Galopar el invierno sobre tus arenales,
Lo ví trizar tus calles
Polvorientas y estrechas
en multiples esquirlas
de vidrio y de rocío,
Y ahora,
atardecida y sola,
volviendo la mirada
a la pradera imsomne
me encamino a una senda de secretos
apenas olvidada por el tiempo
en cada despertar
una sombra pequeña
aún perfila sus rizos
acariciando el ventanal del alba,
la descubro danzando todavía,
sobre la arena de tus atardeceres
con la música gris de los surazos.
Yo,
de alguna manera
me quedé en tus paúros
para beber sus aguas en silencio,
y sigo siendo un árbol de tu bosque
Trémulo de pájaros mojados por la lluvia
Santa Cruz.

jueves, 23 de octubre de 2008

Viejo Tacu



Viejo Tacú,
hondo como mi pena;
perdido en los palmares de mi infancia.

que alborozastes de harina en la mañana
y pusiste sonrisas de pan
al mediodía;
que fuiste amigo inseparable del Tajibo
compañero estival del Tamarindo
aún tienes en tu fibra
la estirpe del molino y la cascada.
Yo se que todavía
queda huellas fragantes de otros días
en tu corazón
profundo y cóncavo.
¿De que tronco centenario
te forjaron los abuelos del campo?
¿Donde están ahora las muchachas
enjoyadas de luna
sincronizando la canción del río
con tu vaiven de arroz
y madrugada?
¡Cuantas labriegas y morenas manos
molieron cereales
y cansancio
en tu cuenco pulido de intemperie!
¡Cuanta espiga
danzó su ritmo de agua,
-liturgia agreste y dulce-
en tu vientre
bruñido de esencias vegetales!
Viejo Tacú,
¡como vuelves de pronto
a resonar vacío,
trasnochador insomne en la memoria!
Tú,
que hicistes pan y fuiste árbol
tienes ya
olor a olvido.

Viejo Tacu

Agosto



Agosto
y su viento inevitable
corriendo hasta perderse
en los confines de la tarde.

Agosto
Trasplantando el mismo polvo
para nutrir la bruma
con ruidosos racimos de hojas muertas
abatiendo mi estepa.

No es tiempo todavía
de beber la copa azul de la mañana
en el paraje de la melancolía
quizás no es tiempo
nunca
de llenar esta cesta de alas nuevas
calla
de pronto el viento...
yo aprendí el silabario del silencio
cuando mi sed antigua
deslizaba una lágrima
para beberla a solas sorbo a sorbo.
Otra vez vuelve el viento
para guardarlo todo
en su saco de agosto.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Ya Atardece


Pero
Tu rumbo es triste.
Ya el vuelo de las aves
despluma el himno azul
de las mañanas.
Ya atardece tu huella en la pradera
de las sombras tejidas
por el cierzo nocturno,
tu cansancio
tiene ojeras
de lastimada bruma.
Desata tu silencio
amarrado a un turbio nubarrón
sin lluvia
y hiérete de luz
como una planta.
Bebe el relámpago
desde la placidez de una ventana,
y guarda su fulgor
para las lámparas
que, hace tiempo,
alumbraron los sueños de tu infancia,
con una gota,
apenas,
de nostalgia.

jueves, 17 de julio de 2008

La Tapera


Solitaria en la pampa, desolada,
la noche en sus dinteles ha crecido
y en el muro desierto y carcomido
murió la enredadera deshojada.
sólo queda una puerta desquiciada
abriendo paso al tiempo que ha venido
demoliendo uno a uno, sin ruido
los pasos de la vida. La enramada
Quedamente calló su gritería,
sol y arena arrastrando lejanía
escarmenan el suelo polvoriento.
y congregados al gemir del viento
el murciélago negro y un graznido
rasgan las telarañas del olvido.

A un Jorori


Te acercas con la brisa, lo presiento,
te percibo con todos los sentidos;
ya suben a tu fronda mis latidos
y soy en tu ramaje otro sarmiento.

¡Patriarca de El Palmar! El mismo viento
rasga la tarde desde tus tejidos,
tu palpitante población de nidos
orla mi serenata con tu acento.

Como áspero camino a las estrellas
siento alzarse tu tronco, todavía
herido de iniciales y centellas.

Y me traes el tiempo adolecente
sonrojado en tu copa que crecía
con la última chispa del poniente.