Pero
Tu rumbo es triste.
Ya el vuelo de las aves
despluma el himno azul
de las mañanas.
Ya atardece tu huella en la pradera
de las sombras tejidas
por el cierzo nocturno,
tu cansancio
tiene ojeras
de lastimada bruma.
Desata tu silencio
amarrado a un turbio nubarrón
sin lluvia
y hiérete de luz
como una planta.
Bebe el relámpago
desde la placidez de una ventana,
y guarda su fulgor
para las lámparas
que, hace tiempo,
alumbraron los sueños de tu infancia,
con una gota,
apenas,
de nostalgia.
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