Te acercas con la brisa, lo presiento,
te percibo con todos los sentidos;
ya suben a tu fronda mis latidos
y soy en tu ramaje otro sarmiento.
¡Patriarca de El Palmar! El mismo viento
rasga la tarde desde tus tejidos,
tu palpitante población de nidos
orla mi serenata con tu acento.
Como áspero camino a las estrellas
siento alzarse tu tronco, todavía
herido de iniciales y centellas.
Y me traes el tiempo adolecente
sonrojado en tu copa que crecía
con la última chispa del poniente.
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