Oscuro hilván en laboriosa ruta
en su destino mínimo de obrera,
se desliza noctámbula y ligera
negro como una pena diminuta.
Negra como una pena que se enluta
de hollín y noche, hacía la sementera
trisca la tarde entre la enredadera
y sus cogollos: su dorada fruta.
Ronda el frío los verdes matorrales,
merodea la escarcha el viejo muro
y retorna en la fila a los maizales,
como si pespuntara algún conjuro
para espantar las noches invernales
desde su yermo laberinto oscuro.
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